Hacia un insurtech alucinante con interfaces cerebro-ordenador

Imagine una forma de insurtech que permita a los suscriptores realizar acciones por telepatía o descargar sus conocimientos en formato digital para compartirlos con sus colegas. Parece inverosímil, pero ya no lo es tanto.

La tecnología de interfaz cerebro-ordenador (BCI, por sus siglas en inglés), antaño reservada a la literatura de ciencia ficción, es ya una realidad en algunos ámbitos. Los mayores avances se han producido en el desarrollo de ayudas médicas para personas que han perdido la función motora o la movilidad.

Neuralink(1), por ejemplo, está llevando a cabo un ensayo en Estados Unidos de su ICB inalámbrica totalmente implantable que permite a las personas con parálisis controlar dispositivos externos. A principios de este año, el primer paciente al que se implantó un chip cerebral de Neuralink fue capaz de controlar un ratón de ordenador con el pensamiento.

NextMind(2), con sede en París y que ahora forma parte de Snap Inc (propietaria de SnapChat), ha desarrollado un dispositivo para llevar en la cabeza que utiliza señales cerebrales para mover imágenes en una interfaz de PC. El Dr. Mark van Rijmenam, futurólogo estratégico especializado en disrupción digital, probó una primera versión del dispositivo plug and play de NextMind en 2021 y dice que le dejó alucinado: "Pude jugar a un juego con la mente, cambiar de canal de televisión con la mente y utilizar algunos controles básicos de mi ordenador.

Van Rijmenam afirma que la tecnología ha avanzado mucho desde entonces: "Todas las grandes empresas tecnológicas están explorando la tecnología BCI. Si somos capaces de aprovechar nuestros pensamientos, todo cambiará: desde los juegos a la medicina, pasando por la defensa".

Hay grandes implicaciones para las aseguradoras: El mayor potencial de las tecnologías basadas en la inteligencia cerebral se encuentra en el sector sanitario, donde los asegurados podrían beneficiarse de técnicas de rehabilitación que les cambiarían la vida y les devolverían la capacidad física y cognitiva.

La capacidad mejorada de registrar y analizar la función cerebral mediante la tecnología BCI, combinada con la realidad virtual y la IA, promete revolucionar aún más las técnicas de diagnóstico y tratamiento neurológico de enfermedades tan temidas como el Alzheimer y el Parkinson.

Más allá de los entornos médicos, ¿es probable que veamos el uso de la tecnología BCI en la suscripción de seguros personales , del mismo modo que la telemetría basada en vehículos está transformando los seguros de automóviles, por ejemplo?

"La posibilidad de que los suscriptores obtengan información más detallada sobre los factores de evaluación del riesgo en los seguros personales, en los que el asegurado acepta llevar un dispositivo BCI, por ejemplo, o incluso un dispositivo integrado, es teóricamente muy atractiva", afirma van Rijmenam. "En la realidad, obviamente habrá consideraciones éticas y de privacidad enormes, incluso insuperables".

Sin embargo, desde el punto de vista de la privacidad, la distinción entre diferentes aplicaciones y dispositivos de ICB podría ser importante, opina van Rijmenam. "No estoy seguro de cuánta gente estaría dispuesta a hacerlo fuera del ámbito de las aplicaciones sanitarias. Son datos personales sensibles los que se descargan digitalmente: tus pensamientos. Pero tener un dispositivo wearable significa que el usuario al menos tiene una sensación de control de sus datos neuronales y de quién tiene acceso a ellos".

Así pues, ¿deberían los aseguradores de la vieja escuela temer la llegada de competidores cíborg, cuya cognición mejore gracias a la ICB integrada o a la ICB vestible, como Neo en la serie de películas de ciencia ficción Matrix? Van Rijmenam opina que no es necesario.

- Una interfaz cerebro-ordenador (BCI) es un dispositivo que permite al cerebro humano comunicarse con un ordenador y controlarlo. A la inversa, una interfaz cerebro-ordenador permite a un ordenador comunicarse con el cerebro humano e incluso controlarlo.

- Existen dos tipos de ICB: Las invasivas requieren sensores físicos conectados al cerebro para captar señales eléctricas. Las BCI no invasivas pueden captar señales del cerebro sin contacto físico con él, por ejemplo mediante auriculares. En este caso, sin embargo, las señales serán más débiles que con las técnicas invasivas.

- La aplicación más clara de las BCI es en un entorno médico, especialmente en rehabilitación neurológica, donde los chips integrados o los dispositivos portátiles pueden dar a los pacientes control directo sobre miembros paralizados o protésicos. También permiten controlar ordenadores con el pensamiento e incluso dictar con la mente.

- Uno de los posibles obstáculos para un mayor uso de los dispositivos de ICB, especialmente las técnicas invasivas en un entorno clínico, es que necesitarán una aprobación reglamentaria. Las cuestiones éticas, de privacidad y de protección de datos serán importantes cuando las ICB sean capaces de recoger datos neuronales, como en el caso del pensamiento humano.

(1) La empresa estadounidense Neuralink Corp.

(2) Neuralink y Nextmind no están asociados con Hannover Re en modo alguno y pueden estar protegidos como propiedad intelectual de terceros. Hannover Re no reclama ningún derecho de propiedad intelectual sobre estos términos.